Carta a una
mujer valiente
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Escrito por
María Teresa Leruite Cabrera
Doctora en
Ciencias de Actividad Fisica y el Deporte.
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Viernes, 24 de Noviembre de 2017 14:54
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Admirada amiga y compañera; tan
trabajadora, fiel y constante. Somos no pocos lo que recordamos aquel mes de
marzo de 2016 en el que un prehomínido, machista, por llamarlo de alguna
forma quiso violar tu intimidad y tu privacidad, espiándote y grabándote mientras
te duchabas en el vestuario al terminar una dura jornada de trabajo como las
que siempre y de buena gana acostumbras a hacer.
Estabas temblorosa y consternada,
¿cómo te ibas a imaginar algo tan insólito? mientras que él permanecía frío e
impertérrito. No creías que tu propio compañero de trabajo pudiera
traspasar esa línea de forma tan ruin y mezquina. Y es que en esta todavía
sociedad patriarcal en la que vivimos muchos se creen con el derecho de
acosar, abusar y cosificar a las mujeres para su deleite personal y quién
sabe si de otros. Confiabas en tus superiores, en que ellos iban a
comprenderte, a actuar con determinación y atajar el problema con la
profesionalidad esperada.
Sin embargo, te encontraste de nuevo
con ese muro con el que nos encontramos todas las mujeres, con el
cuestionamiento de tu comportamiento y exculpación del acosador (que si era
una bromita, que si se le podría arruinar la vida, que si no sabía lo que
hacía…) ¡Cuántas y cuántos comentarios tuviste que escuchar y qué sola te
encontraste! Te dijeron que no denunciaras y que aquel tormento quedara
entre los fríos muros del despacho. Así mismo, no sólo te abandonaron a tu
suerte al no personarse como acusación en el juzgado y no
denunciar un delito tan grave, sino que incluso quisieron silenciarte.
Y con ello silenciaron a tantas niñas
y mujeres víctimas de violencia de género (la cifra de denuncias por
violencia de género en España ascienden a 42.689 en el segundo
trimestre de 2017) que día a día luchan contra esta lacra y el entorno de
hostilidad que les rodea. Volviste a acudir a ellos ante su
pasividad y ante el riesgo de que lo acontecido le volviera a pasar a
otras mujeres y niñas pero de nuevo te encontraste con el silencio.
Pasó un largo tiempo en el que palideciste de ese shock postraumático tan
común en víctimas de violencia de género, en el que somatizaste toda la
situación vivida y seguías encontrándote sola. Incluso escuchaste como
algunas mujeres decían que cómo es que te duchabas sola a esas horas.
¡Qué duro y cruel es este machismo que
nos acompaña y que tanto daño nos hace a mujeres y hombres! Pero no,
compañera, no estabas ni estás sola, te acompañábamos personas
que no sólo tuvimos la desgracia de presenciar semejante trago sino que te
apoyábamos, te escuchábamos y te animábamos a quitarte esa pesada carga de
encima, ese silencio que te impusieron. Muchos somos los antequeranos y
antequeranas que movidos por la solidaridad alzamos la voz en defensa de la
igualdad de género y en contra de las actitudes machistas y sexistas.
No estamos dispuestos a
consentir que vuelvan a repetirse situaciones de este tipo y que estas
agresiones queden impunes. Tampoco queremos dirigentes políticos
que miren a otro lado y no actúen en consonancia con el puesto de
responsabilidad que ocupan mintiendo continuamente a sus conciudadanos. No
estás sola compañera, todos te apoyamos y respetamos. Te recompusiste y lo
hiciste. Deseamos que encuentres la paz y aunque en su día no se hizo
justicia en tu nombre sepas que nosotros la hemos hecho por ti, que
emprendas tus nuevos retos con libertad y sin miedo. ¡Lo mereces: eres una
mujer valiente!
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